LA PANTERA ROSA SIEMPRE FUE ROSA

«El color institucional del INE ha sido por muchos años el rosa»

Guadalupe Taddei

Me pregunto si el llamado de la consejera presidenta del INE también aplica para la Pantera Rosa quién siempre ha sido, además de carismática, rosa. La pregunta es seria pues la actitud de Guadalupe Taddei no sólo comprueba una vez más la parcialidad del árbitro durante este proceso electoral, también exhibe el desconocimiento de la funcionaria sobre la jurisprudencia en la materia.

Desde el año 2003 el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación fue claro en relación al uso de los colores partidistas, de acuerdo con la jurisprudencia No. 14 de ese mismo año:

«La adopción de determinados colores, símbolos, lemas y demás elementos separados que conforman el emblema de un partido político no le generan el derecho exclusivo para usarlos frente a otro partido, a menos que su combinación produzca unidades similares que generan confusión en el electorado». 

Lo mismo que aplica para los partidos políticos, también obliga al organismo electoral. De otro modo Fuerza por México, una fracción hecha a imagen y semejanza de Vox, nunca hubiera logrado su  registro el 19 de octubre de 2020 a causa de los colores blanco y rosa –los mismos del INE y de la Pantera- en su imagen institucional.

Al parecer la señora Taddei tiene el sello de la casa: precarización educativa compensada con lealtad ciega y sobrada ideología cuatroteísta. Desafortunadamente se trata de un verdadero síndrome que padecen con mayor gravedad Mario Delgado, Lenia Batres, Yasmín Esquivel, entre tantos otros esquiroles indispensables para la supervivencia del régimen.

Y sin embargo, no es un tema menor que a diez días de la elección más importante de nuestro tiempo, el árbitro juegue en contra de una de las partes de la contienda democrática; casualmente la única que por sí misma es capaz de abarrotar tres veces, sin necesidad de acarreados o “tortas del bienestar”, las plazas públicas de 80 ciudades del país, incluyendo el Zócalo de la Ciudad de México.

El simple hecho de ver semejante pulsión rosada, cohesionada por el hartazgo y la indignación de los contribuyentes, nos arroja una postal de fotografía que anticipa la lucha entre clases irreconciliables que se enfrentarán en las urnas del próximo domingo 2 de junio: por un lado el pueblo bueno y sabio de Andrés Manuel, complacido con las migajas que arroja el populismo presupuestal de la 4T; por otro, la sociedad civil que ve al Estado como una máquina de extorsión en vez de una garantía de seguridad y prosperidad.

¿Ya se habrá dado cuenta López Obrador que, la polarización que cuidadosamente confeccionó, se le vendrá encima en exactamente diez días?   

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