DERECHO Y ELECCIÓN

Carlos Antonio Moreno Sánchez

El pasado 13 de enero se llevó a cabo la fase final del proceso electoral más comentado y controvertible de la historia reciente de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, originalmente programado para el 30 de octubre del año pasado, suspendido por la transgresión de un amparo predispuesto para su desistimiento, y finalmente salvaguardo por una serie de mecanismos emergentes y ampliamente discrecionales; en suma después de un verdadero viacrucis lleno de proezas y anécdotas inimaginable alumnos, académicos y trabajadores no académicos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (FDyCS) pudimos emitir nuestro sufragio frente a cinco candidaturas en disputa. Después de diez horas de apertura, alrededor de las 18:00 horas, un total de 26 casillas fueron llenando sus actas, entregando la papelería y sellando debidamente cada una de sus urnas.

Como dicta la tradición el auditorio José María Morelos y Pavón se erigió como una auténtica sala de auscultación, desde las 19:00 horas en una auténtica reminiscencia de la era gaditana “se cantaron” uno a uno, frente a una mirada pública prácticamente cautiva, 327 sufragios provenientes del sector académico, 4054 de los estudiantes y 34 del sector no académico. Muy entrada la madrugada, después de un conteo maratónico y extenuante, humo blanco emanaba de la “chimenea” de nuestra Facultad, la tasa de participación global se situó en el 61.12 por ciento del electorado, sin duda había triunfado la democracia: Carlos Antonio Moreno Sánchez resultó electo Director de la FDyCS para el periodo 2014-2018 con el respaldo del 74 por ciento de los catedráticos y el 53.72 por ciento de los estudiantes.

La segunda fuerza más votada, representada por José Pablo Portillo Castillo, consiguió el 14.76 de los votos totales emitidos; muy cerca José Francisco Ávila Caso se posicionó con el 10.14 por ciento de los sufragios; mientras que Arturo Rivera Pineda, casi en empate técnico con Javier Andraca Huerta, con la fuerza de los amparos y a pesar de que fueron los únicos candidatos que lograron la cobertura de todas las agencias de noticias del estado y la región, lograron con esfuerzos sobrehumanos el 7.11 y 6.68 por ciento de las preferencias respectivamente. Nos referimos a cuatro caballeros que juntos obtuvieron el 38.69 por ciento de la intención del voto, ni siquiera su virtual alianza les hubiera permitido la victoria, derrotados de antemano y desde el primer día de su contienda sus esfuerzos conjuntos se quedaron a 16.71 puntos de distancia de la candidatura ganadora.

Pero, ¿por qué su derrota fue tan escandalosa? La Universidad es una aristocracia electiva que tiene como variable de control una serie de transiciones demográficas que, a diferencia de la vida pública, están relacionadas con la vida activa –académica y laboral– de estudiantes, catedráticos y personal administrativo. Las transformaciones de la BUAP en los últimos años no tienen parangón: Andraca Huerta, Ávila Caso, Portillo Castillo y Rivera Pineda son auténticas piezas de museo, rémoras de un pasado que se jugó su última partida el pasado lunes 13 de enero, pasaron de noche el fortalecimiento de una Facultad que en todos sus indicadores hoy se encuentra por arriba de la media nacional; la mayoría de ellos ostenta plazas de profesores-investigadores sin tener obra publicada y sin estar inscritos al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), carecen de doctorado o lo obtuvieron –el triste caso de Rivera– en una escuela incorporada de dudosas procedencia. Este rezago durante la campaña se transformó en desconocimiento de una comunidad compleja y plural que cambió frente a sus narices a lo largo del último un cuarto de siglo, incapaces de identificarla se vieron imposibilitados para difundir propuestas cercanas a las necesidades y anhelos reales de profesores y estudiantes de seis programas de licenciatura, media docena de opciones de postgrado, sin olvidar aquellos que subsisten en la compleja situación de los campus regionales.

Y aunque el rezago que los cuatro candidatos comparten –o más bien ocultan– constituye una variable significativa de su grandiosa derrota, todavía falta explicar ¿por qué el principio de máxima publicidad generado por el amparo interpuesto no operó en favor de la candidatura del quejoso? Rivera Pineda, después de toda una vida de trabajo en la Facultad, sólo logró convencer a tres profesores de que votaran por él, técnicamente fue discriminado por 324 catedráticos y 3744 estudiantes –ya puede ir corriendo al Juzgado Sexto de Distrito y argumentar “falta de aprecio”–, sin embargo hay muchas razones mucho más contundentes que pueden explicar una fracaso tan humillante que contrasta con una publicidad tan exorbitante; desde las más obvias como la falta de un proyecto sustentable hasta las más sutiles como la transgresión causada a la autonomía universitaria por un personaje gris, incapaz de acumular preferencias competitivas, presa del escándalo fácil y la provocación abierta, situado en una realidad sin contenido ni sustancia, predispuesto a capitalizar al primer ofrecimiento las causas que defiende –no olvidemos el contexto en el que desiste del amparo–. En fin, más allá de la subjetividad de mis interpretaciones los números son contundentes y la lección fue inequívoca: la FDyCS castigó severamente, en las urnas y con su amplio desprecio, el amparo interpuesto así como la intervención desatada.

Finalmente podemos dar vuelta a la página, una nueva era ha dado comienzo en nuestra unidad académica, el Dr. Carlos Antonio Moreno Sánchez la encabeza y la apuesta será la única posible: la consolidación de nuestros indicadores de excelencia y calidad a través de una gestión digna, académica y con sentido social. Enhorabuena.

5 comentarios

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5 Respuestas a “DERECHO Y ELECCIÓN

  1. Arturo Rivera Pineda

    A cuatro años de distancia se puede apreciar la sarta de burradas que formula el autor del “articulo”; fue evidente que la mayor parte de la planta académica apoyó el “dedazo” impuesto en aquella ocasión. Pregunto, donde están los autores de aquélla simulación? Todos fuera de la Facultad. Que lástima que personajes del nivel del autor del mamotreto en cuestión, hayan sido quienes sirvieron de “matraqueros” y engañen a los alumnos que tienen el infortunio de caer en sus manos.

    • Ya solo tú te acuerdas. Creo que te debo la terapia. Saludos mi estimado Doc.

      • Arturo Rivera Pineda

        El tiempo pone a cada uno en su sitio. A ti te hubica en el papel que te asiste, de charlatán, jugando al pretendido intelectualoide acomplejado, que mientras más pretende salir de su miseria humana, más se hunde en la fosa de la ignorancia. No sigas engañando a los alumnos que tienen el infortunio de caer en tus manos, mercenario. Para qué sirve la historia?….

      • Saludos cordiales desde la fosa de la ignorancia.

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